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KRID LifetimeFishing - Spinning




De Proyecto a Realidad. MX90. Review

Más que un review, esto es el relato de una cabezonería, de un capricho… o, tal vez, simplemente, la constatación de que no soy capaz de «quedarme quieto», de «mantenerme estático». Una vara de spinning custom, montada y diseñada siguiendo mis caprichos tanto estéticos cómo funcionales. Algo, a día de hoy, que ya es bastante «normal» en el mundillo de la pesca con mosca, especialmente en el sector de los pescadores de competición, en el que, «montar» una caña adaptada al gusto personal, partiendo de un blanck desnudo, comienza a ser una práctica extendida… pero que, sin embargo, es un escenario mucho menos explorado en el caso de las varas de spinning. Un proyecto que he tenido la fortuna de poder llevar a cabo compartiendo ideas y tiempo con mi amigo Marcos. Sin él, hacer esto no hubiese sido posible… yo no tengo ni la habilidad ni la paciencia necesaria para ello. Lo mío es bocetar y calcular, han sido, en gran medida, su talento y sus manos, las que han sabido trasladar mis ideas sobre el papel, a la realidad, dando a luz a la que, para mi, es una vara muy diferente a cualquier otra que haya utilizado… no sabría decir si peor o mejor que otras herramientas de alta gama del mercado… llamadme simple, pero, por encima de un determinado baremo, yo no soy capaz de discernir entre mejor o peor… las cañas, pasan de ser buenas o malas, a ser, simplemente, diferentes.

¿Que es lo que determina si una caña es «mejor» o «peor»? Hoy, hay muchas y variadas respuestas para esta pregunta… sin embargo, la respuesta habitual sería que, lo que hace una caña mejor o peor, es la calidad de los materiales con la que está fabricada… bien, discrepo. Cañas en el mercado hay cientos, miles… mediocres, decentes, buenas y muy buenas… he probado cañas de alta gama, en mi opinión, muy «mal paridas» y cañas, muy adsequibles, en mi opinión, muy acertadas, atendiendo a mi forma de pensar y de pescar… que no guarda relación, en absoluto, con los materiales de fabricación o con la opinión de otro pescador de la misma o distinta zona. Así, desde mi punto de vista, lo que determina la calidad de una caña, es su adaptación a las necesidades propias… y ahí radica la dificultad de encontrar una vara que tenga todo aquello que a uno le gustaría… es lógico… en su mayor parte, son elementos estándar, producidos en serie, que intentan reunir un equilibrio funcional que encaje con los hábitos y necesidades del pescador tipo, ni siquiera es fácil montándola uno mismo. Es un proceso de evolución y de muchas pruebas y errores, hasta llegar a aquello que uno espera.

Muy diferente es el proceso seguido en el desarrollo de ciertas cañas japonesas de alta gama, desarrollos en el que la implicación de los prostaff de la marca es total. Las cañas se diseñan y ensamblan para un uso muy concreto, en base al criterio técnico del prostaff, resultando en herramientas hechas a su medida, muy técnicas, desarrolladas por, para y en base a los requisitos que demanda un tipo de pesca concreto. Así, dentro de una misma serie de cañas, bautizada con el mismo nombre, poco, o más bien nada, tienen que ver las diferentes varas entre sí.

Desde mi punto de vista, en España, la mentalidad es diametralmente opuesta. De forma general, tenemos un par de «vicios» . Por una parte, están los que se empeñan en generalizar el uso del material cómo virtud, el «vale para todo»… vinculando, en gran medida, la opinión sobre «calidad» de señuelos, carretes y varas a que puedan ser utilizados en multitud de técnicas y escenarios… y, por otra, está el sector del «pinta, corta y colorea»… es decir, los que adquieren un material específico para un uso o técnica concreta y pretenden adaptarlo a otra muy diferente y con requisitos que, muchas veces, poco o nada tienen en común. Lo respeto, pero no lo comparto… soy de la opinión de que cada material debe utilizarse para aquello para lo que fué concebido y, si no existe esta posibilidad, al menos, no se debería culpar al material al no obtener de él la respuesta que nos gustaría.

Dejando a un lado el resumen de las características objetivables que podemos analizar en cualquier vara disponible en el mercado, (material, peso, dimensiones, anillado, portacarretes, tipo de carbono…), el review de una caña, al menos los que yo hago, no deja de ser un conjunto de emociones, de sensaciones y opiniones, completamente subjetivas, después de haberla utilizado durante un tiempo y haber afrontado un buen número de situaciones diferentes con ella. Yo puedo hablaros y definir conceptos cómo «rápida», «parabólica», «progresiva», «potente»… pero hay tantas opiniones sobre una misma caña cómo pescadores la hayan tenido en las manos y, por tanto, los únicos que decidís sois vosotros, dándole a mi criterio el peso que consideréis oportuno.

Si os planteáis montar una caña, desde mi punto de vista, la prioridad siempre debe ser el blanck. Dar con un carbono (o combinación de ellos) de alto módulo y de calidad, de la acción adecuada en relación a nuestras expectativas, reduce la incertidumbre y adelanta trabajo… hay que hilar muy fino para alcanzar una disposición (tipo de fibra y trenzado) y formulación de composite adecuada (fibras y resina) (matriz epoxi, poliester o fenólica). En este sentido, pocos blancks de carbono han surgido que se puedan comparar a los producidos con la materia prima de la empresa japonesa TORAYCA®, desde que en el año 1972 se introdujese, por vez primera, en el mercado de fabricación de cañas de pesca.

Hoy por hoy, un porcentaje muy elevado de los blancks que montan las cañas de alta gama del mercado, se ensamblan, total o parcialmente, partiendo de láminas preimpregnadas T1100G de carbono PAN (Poliacrilonitrilo) elaborado por el grupo Toray. Normalmente de alto modulo (HM) y 400 GPa, pero también de HMS (Alto módulo superior), de 450 a 600 GPa, en blanks que, generalmente, requieran necesidades especiales de rigidez. Empecé con esto hace ya un par de años, buscando blancks de manufactura NO japonesa, más asequibles, pero después de ver y descartar algunos, decidí liarme la manta a la cabeza y centrarme de lleno en los «made in Japan«, concretamente en los Toray. En la actualidad, el mercado de blancks de carbono está tremendamente globalizado… y hay muchísimas posibilidades de calidad- precio muy razonable, de manufactura NO japonesa, ya sea de fabricación asiática, europea o estadounidense, pero dar con la vara  de carbono adecuada requiere de tiempo y pruebas… OK cuando tu intención es producir en serie y dispones de  «músculo financiero», pero puede acabar siendo algo delicado y muy caro (más de lo que ya es) cuando eres un particular cuya única intención es un montaje a medida.

Buscaba un blanck muy concreto(2) ligeramente diferente al «estándar» (1), no tan rápido, capaz de mimar jigs, pero fundamentalmente vinilos, de 25 a 35g y, al mismo tiempo, con la rigidez suficiente en la sección intermedia para manejar paseantes y minnows desde los 10 a los 25-30g con soltura… Dicho de otra forma: Quería una caña de shore slow ligeramente más rápida que las opciones de mercado estándar, menos progresiva en el tercio central. Un blanck de acción moderatefast de 9″, para mediumlight spining, con una acción mínima de unos 10-12g y una máxima real de unos 35 a 40g…

湾曲した _ Static load comparison curve (9' shore rod<40g). Load 0,5 Kg

Con este rango de acción, quería «asegurar el tiro». En primer lugar, porque garantizo que va a ser una vara que podré utilizar en multitud de escenarios y condiciones y, en segundo lugar, porque necesito conocer el blanck en profundidad, previamente a poder ir a algo más específico y centrado… Estos blancks, ni son baratos, ni fáciles de conseguir… todo lo contrario. Podría haber adquirido casi cualquier vara de gama alta, ya ensamblada, invirtiendo lo mismo que en este blanck desnudo. He tenido que pedir bastantes favores y llamar a muchas puertas para ver, finalmente, a la empresa de paquetería llegando con el ansiado tubo de transporte. La ayuda del fabricante fué determinante para centrar el tiro al máximo. No quería acabar por encontrarme en las manos, después de todo este proceso, con una caña de Shore Jigging (3), por lo que definimos el tipo y gramaje de señuelos, especies y tamaños más habituales de las capturas y, por último, mis expectativas en cuanto al comportamiento del blanck en acción de pesca. El resultado, una varilla de carbono, elaborada en Japón, de, apenas, 68g y de acción rápida moderada , muy lanzadora, con una buena recuperación en su rango medio inferior de acción, pero, al mismo tiempo, con un tercio central y superior del blanck ligeramente progresivo en acciones a partir de los 25g. Tan sensible trabajando vinilos de 10 cómo de 40g.

Le dí muchísimas vueltas al anillado… finalmente, opté por  montar bastidores Fuji K en titanio, armados de cerámica SIC. Mi opción inicial era el Torcite, pero el PVP, a particular, de un juego de anillas de estas características es algo obsceno que no quise asumir, por un «beneficio», en prestaciones, que no soy capaz de cuantificar al detalle. En cuanto a su distribución en el blanck, me decidí, finalmente, por algo poco común. Una distribución de 9 anillas a contraespina, (lo habitual en esta longitud son 8), empezando por una bipata FUJI T-KWSG del núm. 25 (18,3mm de diámetro), montada en el tramo inferior, y 7 anillas monopata FUJI T-KLSG en el tramo superior (16-10-07-06 (x4)), más la anilla de puntera, decantándome, en este caso, por una FUJI T-MNST. Una anilla de 4mm de diámetro que, además de ir encolada, va también anillada, al igual que las demás.

¿Por qué 9 anillas? Al trabajar con un blanck de estas características, desde mi punto de vista, requerimos de una anilla a mayores en el tercio superior de la vara para que la curva que dibuja el trenzado sea armoniosa a la curvatura que dibuja el blanck. Es cierto que, una anilla más, incrementa el rozamiento y, en teoría, no favorece la distancia de lance, sin embargo, doy más importancia a lo primero que a lo segundo. Poseo cañas de 9″ con ambas distribuciones de anillado, tanto de 8  cómo de 9 anillas y, lo cierto, es que, en varas de este rango de acción, no soy capaz de apreciar diferencias de lance a simple vista.

En cuanto al portacarretes, me decidí por un FUJI TVSTK. Agarre, ergonomía y mayor sensibilidad son sus puntos fuertes. La Fireblood de Shimano, fué la primera caña que adquirí con un portacarretes de este tipo, aunque con variaciones, y, desde entonces, siento especial predilección por este sistema. Estéticamente, me decanté por un inserto de carbono con detalles en azul eléctrico, optando por el mismo patrón en la rosca de apriete. Todos los adornos de la rosca, así cómo los casquillos y separadores están torneados y hechos a medida para esta caña.

Quería una caña sobria (en general las prefiero así), sin demasiadas «florituras«, completamente negra salvo por el portacarretes y por tres o cuatro detalles en azul. El tramo superior está completamente anillado en negro, incluyendo un único adorno plateado en el encastre del blanck y un vinilo encima de la segunda anilla. Lo mismo para el tramo inferior, en el que, incluso los welding check, hechos a medida, son mates y del color del blanck.

A nivel funcional, una vez montada, nos encontramos con un conjunto de, exactamente, 190g. El blanck es contundente, la vara potente. Los diferentes tipos de carbono y resina, así cómo las diferencias de disposición de las fibras son apreciables, a simple vista, entre ambos tramos del blanck. Con ella he clavado, desde peces de talla a lubinas XXL, en escenarios con requisitos y condiciones de índole muy diversa. El tercio superior del blanck funciona cómo un muelle que «destroza» los peces en la pelea, el tramo inferior permite tirar de ellos y girarlos y moverlos con suficiencia. Después de probarlo en acción de pesca durante un tiempo, decidí «marcarlo» cómo 9-42g, cómo rango real de uso… es decir, un blanck de rango MX. Se maneja «bien» con señuelos de hasta 45-46g, pero, en mi opinión, se sobrecarga por encima de 40 y cuesta cargarla por debajo de los 7 u 8g.

«Contento» con el resultado… «entre comillas». No he llegado al 100% de lo que quería, pero, sin duda, sí a un 90 o 95%. En su rango de acción y longitud, en mi humilde opinión, es la mejor caña para vinilos y jigs que ha pasado por mis manos en estos años. Correcta y cómoda manejando paseantes, hundidos y de superficie de talla contenida (señuelos con poco agarre), equilibrada a la perfección para no sobrecargar el hombro y el antebrazo. Me gusta menos, cómo en cierto modo esperaba, para mover minnows y jerks por encima de los 15-18g. Por mi forma de pescar, prefiero los blanks muy rápidos para este cometido y, aunque esta vara me permite, perfectamente, lanzarlos y moverlos, por encima de un tamaño/peso/agarre de la muestra, el blanck no recupera con el nervio y la velocidad a la que estoy acostumbrado manejando otras cañas.

Talón muy corto, a mi estilo, llevado al extremo de los 33cm, incluso a costa de incrementar el peso del conjunto hasta los 190g para poder ser equilibrado, valor que sigue siendo mucho más que aceptable para una vara de esta longitud y acción. Grip partido, en EVA, con un único adorno metálico en la parte inferior del butt. La caña está equilibrada con un contrapeso, torneado a mano, de 6 gramos que, a nivel funcional, compensa el conjunto a la perfección con carretes en el orden de los 250-260g. El desarrollo de la caña, el diseño, la distribución de pesos, el talón… todo está planteado y planeado para acoger un carrete, 4000 o 5000, que ha de estar en ese rango de peso para que el conjunto mantenga un equilibrio adecuado, dando lugar a un equipo MX muy ligero, en el orden de los 450g totales.

Por fin la universidad me sirve para algo concreto… jajaj. Reconfortante comprobar que la Ingeniería y  los cientos de horas de Cálculo de Estructuras tienen algún tipo de aplicación directa…

Se trata de un cálculo «sencillo» de cargas distribuídas y puntuales, no obstante, lo cierto es que el planteamiento de la caña fué 100% teórico. La adquisición del carrete fué posterior al «nacimiento» de la vara, por lo que, en ningún momento durante el montaje, se llevó a cabo ninguna «prueba» de verificación para comprobar que cálculos y realidad guardaban la relación que se esperaba. Sin red de seguridad, ver el perfecto equilibrio final del equipo es toda una inyección de autoestima.

Dos opciones en mente, Shimano Stella FJ C5000 XG (260g), o bien, Daiwa Certate 2019 LT 4000DCXH ARK (255g). Puntos a favor y en contra de cada una de las dos opciones. No me voy a extender demasiado en los motivos de haber, finalmente, elegido Shimano, puesto que «no toca» aquí hablar de ello y yo mismo soy consciente de que existen muchisimas razones para decantarse por una opción y la contraria. A grandes rasgos, son 3 los aspectos que me han llevado a esta elección:

  • Estética, más acorde a mis gustos personales, más agradable y conseguida en Shimano.
  • Rango de uso. No es un carrete que vaya a «sumergir» o «machacar» en escenarios difíciles con una pesca Heavy, por lo que mis exigencias, hasta cierto punto, en cuanto a potencia o robustez no son prioritarias. Valoro más otros aspectos, cómo la suavidad de rotación, por ejemplo.
  • SPV(servicio postventa). Hoy por hoy, después de conocer casos de primera mano, «no confío» en la política de servicio postventa de Daiwa (España) en todo lo que implica repuestos, reparaciones y gestión de incidencias, de forma marcada en lo que se refiere al Mag Sealed. En mi opinión, no todo se reduce a tener un buen producto, tecnológicamente hablando, muy probablemente el mejor producto… se trata de dar el «mejor pack» prestaciones-servicio posible al cliente y, en mi opinión, a falta de ver cómo evolucionan las cosas ahora que Normark ha salido de escena, Shimano está, ahora mismo, por delante de Daiwa en este aspecto. He preferido quedarme con «lo bueno conocido»… cómo decía el famoso general del Ejército de los Estados Unidos, George Patton: «Un buen plan ejecutado ahora, es mejor que un plan perfecto la semana que viene».

Poco más que decir, llevo pescando con ella desde el invierno pasado y la respuesta en acción de pesca está muy por encima de lo que, a priori, me esperaba.  Muy contento por la experiencia y los conocimientos acumulados en el proceso y por la vara resultante de todo ello. Cómo «padre de la criatura», le correspondió a Marcos la primera captura, en agua dulce, un Lucio de gran tamaño y, a partir de entonces, ha seguido dándome algrías en forma de peces y sensaciones, inmejorables. Un «capricho», que, espero, me acompañe en muchas de mis salidas en los próximos años. No de forma habitual, puesto que les corresponde a otras varas que «maltrato» día a día, pero si cada vez que me apetezca disfrutar de ella.

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8 comentarios en «De Proyecto a Realidad. MX90. Review»

  1. Hola, un placer leer a quien se esfuerza por crear material, casi nada!!….e intentar ponernos las cosas un poquito mas fáciles, al menos en lo que a mi modalidad se refiere, spinning, y a quienes compartimos escenarios de roca, espuma…. y muchos…. muchos «varazos» y poder contar con equipo de cierta garantía para mover buen rango de «engaños», tras km de pedrero en busca de peces decentes sin que nuestro brazo pase factura… para finalmente dar con alguno de ellos en tierra, y como no? alguno que se tercie de buen porte: principalmente, róbalos, dentónes….

    Decirte que esa maravillosa creación….entra de pleno!! en mi gusto de peso y longitud, me refiero a todo el conjunto, caña-carrete… y en el estilo anteriormente comentado, creo que no es poca la tendencia ( al menos por lares Asturianos ). Me gustaría conocer tu criterio para con esa medida de talón, 33 cm…así como cualquier otra impresión en acción de pesca moviendo y lanzando un topwater de 15g, un Minow de 32 g, un vinilo de 37g….Y como no? Como podría comportarse la vara ante pez de cierta enjundia ( 3 – 5 kg), y que éste…no nos haga pequeños e indefensos a nuestra pura suerte y destino, puesto que me gusta «mandar» en cierta medida, donde fondos de escaso calado, corrientes y piedras asomadas, pueden dar al traste con el lance.

    Para terminar, creo que el resultado, a nivel estético, aunque se echa de menos alguna imagen mas….podría decirse que…. trabajo fino y cuidado en su conjunto, en hora buena!!

    Saludos

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    • Hola Tony,
      En primer lugar, muchas gracias. El talón de 33cm es un tema puro de gusto personal… habitualmente, esta tipo de vara tendría un talón de entre 42 y 45cm, pesaría entre 15 y 20g menos y se equilibraría con un carrete de 220 o 230g (aprox). Yo decidí sacrificar peso para poder retrasar el portacarretes hacia el butt hasta esos 33cm. ¿Criterio? Mi antebrazo… 33cm es la medida perfecta para mover la vara con total libertad sin que el butt toque mi cuerpo en ningún momento. Talones más cortos generan cañas que mueven las muestras con menos esfuerzo. Un movimiento ligero en la muñeca genera un movimiento de más amplitud en el tip. Tengo muchas otras cañas con talones de bastante más longitud que tambien me gustan, no es un tema de mejor o peor… pero esto es una custom y, si puedo elegir, la prefiero así.
      Desde mi punto de vista, el punto optimo de la caña se alcanza manejando vinilos que monten cabezas de 25-30g. Para mi gusto, no es una caña para manejar minnows pesados. Te lanza un Assassin 160 al infinito, pero yo prefiero las acciones puramente fast para ello. Con paseantes de superfice, stickbaits y minnows hasta 18-20g, me parece muy competente y me gusta bastante más.
      El pez más grande, a parte de un lucio de entre 7 y 8 Kg, que he podido encontrar mientras la utilizaba, es un róbalo de algo más de 5Kg. Semanas antes otro pez de 4Kg largos… vendído no me sentí en ningún momento y la vara no me defraudó en ningún momento, aunque, con peces cómo estos, en un pedrero, salen a relucir muchos otros factores, además del equipo, que inciden mucho en sacar o no sacar el pez. Suerte y experiencia son casi más importantes que el equipo en sí.
      Un saludo Tony y muchas gracias,

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  2. Ya veo que la estrenaste hace mucho pero igualmente enhorabuena por llevar acabo ese proyecto de caña sin que quedara en una mera idea, y además quedó bien bonita. En tema gustos cada uno los tiene distintos, incluso cambian con el paso del tiempo, por tanto nada que objetar. Personalmente un talón tan corto solo lo acepto si la caña es ultraligera y algo más corta de medida, y mira que lo he intentado incluso hace pocos días. Para mi la caña es una extensión del cuerpo en el acto de la pesca, y como tal, busco sensaciones y conexión, y si no pican también se disfruta la jornada. , a ver si coincidimos unos minutos algún día y así veo la obra, saludos.

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    • La idea era darle bastante más uso en la pasada primavera… pero nos encerraron y me quedé sin poder utilizarla en el periodo que más me interesaba. Para mi, hacer una custom, no tiene sentido si voy a hacer algo que se asemeje a cualquier otra caña que pueda encontrar en el mercado. Quería algo diferente y a medida para mí… asumiendo el riesgo de que podría salir rematadamente mal. La idea, al fin y al cabo, es la que tu has definido perfectamente. Buscar las sensaciones de un equipo L o UL en una vara ML. El resultado es bastante peculiar, pero el equipo resultante muy divertido, muy equilibrado y cómodo. En cuanto a lo de coincidir, por supuesto, siempre hay tiempo para echar unas varadas e intercambiar ideas y opiniones.
      Un saludo!

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  3. Ya llevo tiempo yo con la idea, sin embargo no me decido a arrancar. El material lo tengo cogiendo polvo hasta que en un momento dado, me ponga a ello. Seguro que echarle un vistazo a la tuya ya me ha despertado el gusanillo nuevamente.
    Enhorabuena por esa «joya» y que te proporcione grandes satisfacciones.

    Saludos

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    • Lo se… ya hemos hablado de ello varias veces y deberías animarte a retomarlo. Seguro que el próximo año empiezo alguna otra. Ya tengo varias cosas en mente…
      Un saludo Jose,

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Óscar Caride
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