Dicen que todo fin marca el inicio de un nuevo comienzo, y este caso no iba a ser menos. Ayer finalizaba la temporada hábil para la pesca de salmónidos en CyL y, hoy, toca hacer balance de este año. Muy bueno en general, con un final apoteósico, protagonizado por una actividad en superficie que pocos recordaban.

La pesca sin muerte se nota, se nota mucho, muchísimo. La progresión en cantidad y tamaño de los peces en los últimos 5 años está, ya, fuera de toda duda. Empezamos la temporada tarde. Ríos con mucho caudal dificultaron la pesca en el primer mes hábil, no obstante, a lo largo del mes de Mayo, pudimos disfrutar ya de una actividad en superficie muy buena, con eclosiones abundantes de Baetis Rhodani y diferentes tipos de tricópteros y plecópteros que animaron a las truchas a comer arriba en las tablas.

Cómo suele ser habitual, entrado el mes de Julio, la actividad sufre un descenso importante en verano. Las truchas empiezan a tener horarios marcados y solo se producen picos de actividad en determinadas horas. Momento de buscarlas con ninfas a lo largo del día y aprovechar los serenos de mañana y de tarde para buscarlas en superficie.

Para mi, ha sido la época en la que menos tiempo he dedicado a pescar a mosca este año. Por varios motivos. El primero, y más importante, es que he priorizado las salidas de spinning a las de mosca. Es la época en el que el pez pasto y las lubinas se acercan a las playas, momento de la pesca en superficie y de la pesca con pequeños señuelos, mi preferida… y me cuesta mucho renunciar a ella.

El segundo motivo, es que he querido dedicar tiempo también a la pesca de carpas y black bass. Hasta este año nunca había pensado seriamente en ello… y era uno de los objetivos que me había marcado a finales del 2017, por lo que tocaba experimentar y tacharlos de la lista. Objetivo conseguido, tanto para unos cómo para lo otros. Es una pesca diferente, entretenida… seguirá ocupando parte de mi tiempo en el futuro.

El tercero motivo, y último, es que, este año, por vez primera, he dedicado mucho tiempo al montaje. Era una asignatura pendiente y, esta temporada, ha sido de largo la que más tiempo he dedicado al atado de moscas (y lo que queda hasta que finalice el año), tanto de ninfas cómo de secas y streamers. Mucho tiene que ver también el hecho de contar, desde el mes de Marzo, con un nuevo torno de montaje. Le he cogido el gusto a sentarme delante, en los pocos ratos muertos de los que dispongo, y a rellenar cajas. Increíble lo lento que se llenan y, sin embargo, lo rápido que se vacían.

El torno… un espectáculo. Fabricado y montado, pieza a pieza, totalmente a mano. Una cantidad ingente de horas de torno y fresa para dar a luz a esta maravilla. Un regalo que no tiene precio, con más valor, simplemente por el esfuerzo que lleva detrás, que el mejor torno de montaje que se pueda encontrar en el mercado. Cuando recibes un regalo de esta magnitud de tu compañero de pesca, te das cuenta de que estás rodeado de las personas adecuadas en tu vida.

Llegó el mes de Septiembre y le volvimos a meter horas al río. Mediado el mes, truchas con muy poca actividad a cualquier hora del día, no fue hasta que entró el mes de Octubre cuando los peces comenzaron a dar la cara, con una actividad que fue aumentando día a día hasta finalizar por todo lo alto.

Salvo un par de jornadas a principios de temporada, hacía tiempo que no disfrutaba tanto pescando a mosca como en estas últimas dos semanas. Nada «espectacular» en cuanto a tamaño, pero estar en el medio de una tabla y ver «hervir el agua» con decenas de peces comiendo en superficie al unísono es un espectáculo que no tiene precio.

Si tengo que quedarme con algún momento de este año, lo tengo claro. El primero protagonizado por un gran pez cebándose muy discretamente y de forma muy selectiva en superficie, en una postura, entre dos palos, muy complicada en la que presentar la mosca. Al menos, 30 min. sin moverme para acabar engañándola pescando aguas abajo, para evitar el dragado de la mosca, con una pequeña emergente en un #20.

El segundo, protagonizado por el que, para mi, es el pez más bonito que he tenido la oportunidad de capturar, hasta el momento, en toda mi vida. Más especial, si cabe, por las circunstancias. Última varada de mi tercera manga en el último campeonato de esta temporada. 45 cm de macho, espectacular, en una postura que había machacado al inicio de la manga sin resultado. Faltando escasos min., decidí bajar corriendo el tramo hasta el mismo punto y volver a intentarlo por última vez, con este resultado sobre la campana.

En cuanto a los demás aspectos que engloba la pesca, una temporada en la que he conocido a mucha gente nueva, grandes pescadores, de los que aprender y tomar nota. De todos y de cada uno he sacado experiencias que añadir a la mía propia. Me quedo, de entre todo, con dos momentos. El primero, una jornada de pesca con Rubén Santos Becerro, el segundo, una manga de un campeonato en el que fui controlado por Juan Carlos Castro Aller «El Bola», actual campeón provincial. Solo unas pocas horas en las que aprendí mucho de pesca, del río y de cómo leerlo.

Hoy, ya no se puede pescar a mosca en ninguno de nuestros ríos. 5 meses y medio por delante para darle tiempo a los peces a relajarse, frezar y crecer de cara a la próxima temporada. Acaba una… pero empieza otra. Tiempo, ahora, para tentar barbos y Lucios mientras el tiempo nos deje… y para rellenar cajas, de cara a la próxima temporada, en los días más rigurosos de invierno… hasta que, de nuevo, las aguas se calmen y el juego comience una vez más.