Madre mía… que difícil se está haciendo arrimarse al río esta temporada. He perdido la cuenta de las consultas, a través de la red, a los datos recogidos por la red de caudalímetros de las distintas cuencas. Prácticamente todo ha estado impescable o muy muy difícil… solo en sitios contados es factible arreglárselas para pescar medianamente cómodo. Salimos a probar suerte el segundo fin de semana de Abril… nos lo tomamos con calma, ni madrugamos demasiado ni alargamos la jornada más de la cuenta. No vale la pena. Salir a echar unas cañadas, respirar aire fresco, echarse unas risas y, con suerte, clavar alguna trucha.
La tuve… si no el que hubiese sido mi récord personal, desde luego, un pez que hubiese estado en el top 3 de los que he capturado hasta el momento. Tremendo macho… que agarró la variante de ninfa de faisán de las que os hablaba en esta entrada. Este año, y con estas condiciones, no falla, independientemente de su posición cómo última ninfa o como ninfa del codal.
Comenzar a pescar y 4 o 5 derivas en una corriente muy profunda fueron suficientes. Puso de manifiesto su tamaño desde el segundo uno, momento en el cual comenzó a sacar hilo sin control. En los 10 min siguientes mantuvimos un duelo interesante. Nunca he llevado, cómo esta vez, una vara tan al limite, hubo momentos incluso, en los que estuve convencido de que se partiría, pero la Kola Salmon se doctoró con honores. Por desgracia no conseguí meter el pez en la sacadera. Durante algún instante la tuve a distancia, pero, en el ultimo momento, cuando ya estaba vencida, se desplazó al centro de la corriente, donde, ya cansada, la fuerza de esta la arrastró río abajo sin que pudiese seguirla ni pararla.
Todo se redujo a que era el peor escenario y en las peores condiciones posibles para tener un pez así al otro lado de la linea… pero me reventó el día. Ya no me la saqué de la cabeza y estuve distraído y a disgusto el resto de la jornada… no por perder el pez, si no por darle vueltas a lo que podría haber hecho de forma diferente para que hubiese terminado en la sacadera.
Marcos se hizo con un par que quise fotografiar, además de perder a última hora un bicho en una postura en la que sabíamos que habría escondido un «cacharro» y en la que también sabíamos que, de clavarlo, sería casi imposible llevarlo a la sacadera. Yo me negué a perder otro pez… él hizo una deriva, clavó el cacharro y pasó lo que tenía que pasar… Estuvimos riéndonos un buen rato.
15 días después, los caudales siguen siendo desproporcionados. No deja de bajar nieve por los cauces y hay que ingeniárselas para buscar tramos muy anchos y rincones remansados en los cuales poder hacer unos lances. Si encuentras el rincón adecuado, durante un par de horas al día, el espectáculo es increíble. Jamás había visto eclosiones de tal magnitud cómo las que he podido ver estos días. Miles y miles de Baetis Rhodani ascendiendo del fondo para abandonar su estado de ninfa y pasar a ser subimagos alados.
Cuando esto sucede, las grandes truchas, generalmente pegadas al fondo, «abandonan» su cautela habitual y ascienden a la superficie para cebarse sobre estas ephémeras en un frenesí de carreras y chapoteos. Es en este momento y en esta época cuando tendremos nuestra mejor oportunidad para hacernos con un pez de talla pescando con mosca seca. Según avance la temporada, será, cada vez, más y más difícil cogerlas con la guardia baja.
Frenesí… si, pero no se comen cualquier cosa. Cuando están tan cegadas con algo, o das con la imitación exacta de aquello que están comiendo o puedes irte olvidando. Ayer, sin ir más lejos, solo «tomaban» la mosca si estaba montada en su versión emergente, con exuvia y en tamaño 18. La misma imitación, montada en el mismo tamaño y con cercos, era totalmente despreciada, así cómo cualquier otra imitación de tricóptero, ephémera o díptero.
Con todo, una cosa es clavar un pez de este tamaño y otra muy distinta conseguir hacerte una foto con él, más si cabe, a estas alturas del año, cuando son tremendamente potentes. Estos días, me han roto terminales del 6X y del 5X, una detrás de otra… y cuando no, te abren el anzuelo.
En la tarde del Domingo perdí 3 peces de forma consecutiva sin tener la más mínima oportunidad de pararlos. Con el cauce tan alto, buscan maleza, ramas sumergidas y cualquier obstáculo en el cauce y en las orillas para dejarte jurando en arameo y con cara de tonto.
Pese a las fugas, disfrutamos cómo enanos. Cada vez es más y más difícil observar a estos peces comer en superficie, por lo que el simple hecho de verlo y poder sentirlas al otro lado de la linea es un privilegio. Si, además, consigues hacerte una foto con alguna, el día ya no puede ir mejor.
Parece que, por fin, el tiempo mejora, por lo que los caudales deberían bajar de forma paulatina. En un par de semanas se deberían poder pescar la gran mayoría de nuestros cauces. Empezará, entonces, un breve período de tiempo en el que se darán las condiciones ideales para disfrutar de la mosca seca y de la posibilidad de capturar un pez de talla. Poned un terminal potente a vuestro bajo y disfrutad.