Desvedar o levantar mi veda particular en lo que a spinning lubinero se refiere. Eso es lo que he hecho después de un par de meses sin pisar el pedrero. Creo que no he realizado ni una sola salida de spinning desde la primera semana de Septiembre. Le dediqué tiempo al río, a pescar nuevos escenarios y a descubrir nuevas especies y sensaciones… Sobre esto tengo pendiente una entrada, que será la próxima, y en la que os contaré los pormenores de una jornada que resultó en la captura de lo que, para mi, es un pez que recordaré toda mi vida.
Llegado el puente de Diciembre tocaba hacer el equipaje y cargar en el coche el material de pesca a utilizar en las 3 salidas que realicé estos días. Es gracioso, ponerte delante de las cañas y decidir que te llevas y que no… «Acción 20-80g… madre mía… llevo todo el año sin pasar de los 40g de acción… Menudo garrote!!» Finalmente decidí llevarme exclusivamente dos varas. Una Cinnetic Cinergy 20-80g (relación calidad precio inmejorable) que llevaba mucho tiempo sin utilizar y una caña de egging… por si surgía la tentación de dar un paseo nocturno.
Pisé la playa por primera vez el Miércoles al anochecer. Prácticamente fue deshacer el equipaje y salir volando… jajaja. Que decepción ¿A donde voy con una caña 20-80g? La imagen era desoladora y muy similar a la que dejé atrás a principios de Septiembre… últimamente, uno no sabe si esto es el Mediterráneo o el Atlántico. Agua cristalina, mar planchado y 13º a las 7 de la tarde. No hace falta que os diga cómo acabó la jornada… Cornada de doble trayectoria con hemorragia femoral masiva… o lo que es lo mismo: Un cero escandaloso.
Derrotado y desanimado me preparé para la madrugada… y es que los pescadores somos así!! Te acabas de ir para casa con un zasca y ya estas pensando en madrugar a las pocas horas para volver a por otro. Lo bueno que tiene el invierno, es que una amanecida no requiere de madrugones de infarto. Me levanté a las 7:00, suficiente para estar pescando unos 30 min. después y, todavía, disfrutar de hora y media de oscuridad.
Me decidí por un spot dentro de la ría que me ha salvado más de un cero otras veces. No esperaba mucho del día y, el día, me dio lo que esperaba. Pura matemática: Señuelo fetiche + Canal de siempre con repunte de marea subiendo= Picada a los 10 min. de un pez que sobrepasaba ligerísimamente el kilogramo de peso. Tragada de tal forma que el último triple ni se veía. Imposible devolverla al agua después de la tremenda avería que fue necesaria para extraerle el señuelo. Una pena.
El Viernes ni me moví. El despertador sonó, pero el agua martilleando contra las persianas me disuadió de hacer cualquier intento por escaparme de debajo de las mantas. Tal cómo va el invierno, no poder salir porque llueve me parece una bendición. Las predicciones indicaban, para el día siguiente, una ventana de 3-4 horas sin lluvia al amanecer, por lo que decidí dedicar el día a otros menesteres y madrugar el sábado.
Me levanté antes de que sonase el despertador y medio dormido me senté con un café delante intentando decidir que hacer. Nunca elijo el spot hasta que ya estoy saliendo de casa… incluso, muchas veces, me dan «pálpitos» y cambio de rumbo a medio camino. Dentro- fuera- dentro- fuera…. Fuera!!. Me decidí por salir de la ría y buscar piedra pelada y golpe de mar.
El mar estaba espectacular, perfecto dentro de mis propios cánones. La ciclogénesis Ana había empezado a dejar ver el inicio de lo que nos esperaba y, sin llegar a estar peligroso, el mar estaba en ese equilibrio perfecto de series constantes y largas quedadas entre los canales de roca. El equilibrio perfecto que te permite pescar con lo que te de la gana. Minnows, vinilos o jigs.
Me decidí por los primeros y solo utilicé uno a lo largo de la jornada. Un VL+ Slim de 17cm en color mostaza. La primera picada se produjo en la primera varada. Un bonito pez que rozaba los 2kg de peso y que demostró una bravura digna de un contendiente mayor. Tenía la barriga muy prominente y, aunque en un principio pensé en un hembra ovada, enseguida me di cuenta de que se había comido algo muy grande recientemente.
He visto muchas cosas raras (la última un cangrejo enorme y vivo que salió corriendo mientras limpiaba un pez de unos 45cm y que todavía no entiendo cómo fue capaz de tragarse)… pero confieso que , hasta ahora, nunca había visto un pez de este tamaño en el estomago de una lubina de ese tamaño… y no solo eso. Venía acompañado de una grapa de spinning abierta (la cerré antes de hacer la foto)… Y esto si que no lo entenderé jamás…
En los 15 o 20 min. siguientes tuve otras dos picadas de peces entorno a los 42 cm que solté y, después, prácticamente de forma consecutiva, el mar me devolvía las dos sueltas con otras dos lubinas de porte similar a la primera. En ese momento ya te da igual todo… el sueño, el tiempo, las horas, las cornadas… te sientas y disfrutas del momento porque cada vez se repetirán con menos frecuencia.
Todavía me dio tiempo a clavar otra lubina que se soltó por si sola al apoyarla encima de la piedra y que volvió por donde había venido para seguir creciendo. Dejé de pescar y me puse a mirar el mar mientras esperaba a que la luz fuese lo suficientemente decente para sacar unas fotos que poder mostraros. Si ya es complicado sacarse las fotos a uno mismo, hacerlo sin luz en un predero es una temeridad.
Esto es lo que han dado de si estos días. Inviernos raros los que nos está tocando vivir. Esta semana la cosa «se anima» y el mar sube en intensidad. El agua, muy necesaria, retorna a los ríos y embalses y, con suerte y si se mantiene en el tiempo, dará la vida necesaria para seguir sosteniendo en precario equilibrio nuestra afición la próxima temporada. Seguiremos lidiando con ello y tratando de evitar cornadas. Un saludo.
Pescata!!!! Si señor, de esas ya no hay mucha,noraboa e lumeeee
Gracias Vitu, Esperemos que lleguen más y más grandes. Un abrazo
Bonitaslobas Oscar. Un placer leerte como siempre. Saludos
Un placer que me leáis Boris. Un saludo,